martes, 8 de octubre de 2013

Diario de un superviviente español (VI)

Viernes, 2 de mayo de 2014

En efecto, perdí a mi familia en aquellos atentados. Un simple despiste me llevó a perderlos de vista. Saqué mis auriculares para escuchar algo de música hasta que llegara el siguiente tren. Deberían haber sido un par de minutos, pero el tren no llegaba.

Entonces oí un fuerte estruendo. Miré a mi alrededor y me di cuenta de que todo el mundo salía corriendo por las escaleras, en dirección a la superficie. Corrí con todas mis fuerzas hasta llegar a la calle.

Era un auténtico caos. Gritos, pitidos de ambulancias, gente herida por todas partes... Vi lo que había sucedido en la pantalla de televisión de un bar.

  • Joder...-me dije, desesperado-.

Estaba confuso, no sabía qué hacer. Corrí a buscarlos, me movía entre la muchedumbre tratando de encontrarlos...hasta que finalmente lo hice.

Fue tan de golpe que ni siquiera supe cómo reaccionar. Recuerdo que un policía se acercó y me preguntó si estaba bien, justo antes de que todo a mi alrededor empezar a dar vueltas a más y más velocidad. Sentí que perdía el equilibrio, mi vista se nublaba...y entonces me desmayé.

Desperté varias horas después en el hospital, aunque parte de mí desearía no haberlo hecho jamás.

Había perdido a mi familia. Para siempre. Mi padre, mi madre y mi hermano...Todos estaban muertos y, sin embargo, yo seguía vivo. Yo debía haber estado en ese tren, con ellos. Y fue entonces cuando empecé a hacerme la pregunta: ¿por qué? ¿Por qué yo? ¿Es que acaso merecía vivir más que ellos?

Esa pregunta me persiguió y me ha perseguido por mucho, sobre todo en los últimos meses. He visto morir a tanta gente, tantos seres queridos... Pero todavía hoy, después de toda esta mierda de apocalipsis yo sigo aquí, vivito y coleando.

En fin, probablemente querréis saber qué pasó después. Era mayor de edad, así que preferí apañármelas por mí solo que buscar parientes más o menos lejanos. Fue uno de los peores errores de mi vida.

Siempre he tenido bastante fuerza de voluntad, pero en cierto día la culpabilidad venció y empecé a verlas como la única salida. Al principio eran solo unas pocas, pero cada vez  más. Antes de que pudiera darme cuenta, había dejado el instituto y me había convertido en un drogadicto en toda regla.

Transcurridos unos meses, la dueña de una pizzería me encontró tirado en su puerta trasera y decidió llevarme consigo. Podría decirse que me adoptaron, pues ella y su familia, su marido y su hija terminaron aceptándome como uno más.

Les pregunté muchas veces acerca de su confianza en mí y en que era una buena persona a pesar de las apariencias, y siempre me contestaban lo mismo: “lo sabíamos desde el principio, sabíamos que eras una buena persona y que tan solo necesitabas un pequeño empujón para salir adelante”.

Viví con ellos unos cuatro años, hasta que me vi capaz de empezar una nueva vida. Por supuesto, procuré ganar algo de dinero y ellos me dieron la oportunidad, en la misma pizzería donde me habían encontrado.

Era un día cualquiera, aquel en el que la mujer que me había rescatado me presentó a la nueva chica que trabajaría allí por unos meses para ayudar a pagarse la universidad. Una chica de pelo oscuro, ojos marrones y una mirada que me enamoró al instante. Alba.

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Soy el número cuatro

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Me encanta esta peli :)